Durante centurias, y quizá aún en el siglo XXI, se practicaba una denominada por algunos ciencia religiosa, por otros ciencia herética, reducto del pasado, y por otros una vía muerta de la ciencia. Su nombre: ALQUIMIA.
La palabra alquimia tiene una procedencia dudosa, legada por los árabes: al + quimia significa de la tierra o el suelo negro. Según esta hipótesis, los árabes se referían al hablar de la oscura tierra de las fértiles tierras, y por tanto oscuras, del Egipto antiguo, donde habrían aprendido los secretos de esta ciencia.
La figura del filósofo egipcio Hermes Trimegistus se consideraría entonces como padre del saber humano y de ahí derivaría el término "hermético" que con tanta frecuencia aparece relacionado con la alquimia.
Pero no sólo de Egipto provienen los primeros escritos sobre esta actividad, sino también de las lejanas tierras de China. En el año 140 apareció en aquel país el primer tratado alquímico y las ideas que contiene aparecen estrechamente relacionadas con el Taoísmo.
El hecho es que se han hallado tanto escritos griegos citando a los orientales como referencias egipcias en los textos árabes.
En la actualidad los principales documentos se hallan en la Biblioteca Nacional de París y en Leyden, donde se han ordenado los textos alquímicos en dos grandes grupos: aquellos de origen griego y aquellos otros firmados por un misterioso personaje llamado Jabir ibn- Hayyan, también llamado Geber, que se supone vivió en el siglo VIII de nuestra era.
Estudios más cuidadosos han demostrado que no todas las obras atribuídas originariamente a Geber fueron en realidad escritas por dicho científico árabe.
A medida que el influjo árabe se iba adentrando en Europa, nuevos personajes se dedicaron al estudio de la nueva disciplina. Los nombres que la historia señala son bien conocidos y entre ellos destacan los de Alberto Magno, Ramón Llull, Roger Bacon, Arnau de Vilanova, Paracelso e incluso Newton.
Esta ciencia se practicaba por un grupo de elegidos reducido, que ofrecía a sus adeptos la promesa de riquezas infinitas, vida eterna y poder sin límite. La alquimia es la ciencia universal del conocimiento absoluto. La alquimia tenía 3 objetivos básicos, y no podían ser accesibles a cualquiera. Por eso se escondían bajo alegorías simbólicas e impresionantes grabados.
La alquimia, no es como muchos dicen, la antecesora de la química, ya que mientras la alquimia busca el conocimiento absoluto, la química obvserba y busca comprender los principios de la naturaleza. No obstante, hay que decir que la alquimia contribuyó al progreso de la química de laboratorio, ya que aparatos como el alambique y técnicas como la destilación o el baño maría fueron inventados por los alquimistas. También los alquimistas descubrieron sustancias como el ácido sulfúrico, el amoníaco, el ácido nítrico, etc.
La alquimia es una ciencia hermética alrededor de la cual se creó un halo de misterio y secreto, originado en parte por las extrañas aspiraciones de algunos de sus seguidores, así como también por la forma simbólica, casi indescifrable, de sus escritos, siempre saturados de códigos secretos, cuyo objeto era dificultar el acceso de los contenidos al profano y confundirla. La verdad del alquimista está escondida tras esos códigos.
Los alquimistas eran gente muy prestigiosa y respetada. Monarcas, duques y magnates disputaban su compañía. De hecho, varios de ellos fueron personajes atrayentes, como Roger Bacon, Santo Tomás e Isaac Newton, el gran físico inglés. Sin olvidar a aventureros como Cornelius Agrippa, Cagliostro y Paracelso. La posteridad debe agradecerles que hayan contribuido al desarrollo de la ciencia. Por ejemplo, se les debe el invento del alambique y el desarrollo de la técnica de la destilación.
Sustancias como los ácidos muriático, sulfúrico y nítrico fueron obtenidas por ellos en sus secretos laboratorios. La palabra “química” viene del “alquimia”, y tuvo su origen entre los árabes.
Se dice que todavía habita algún alquimista entre nosotros, de manera incógnita, y dotado con poderes sobrenaturales.
Principios básicos de la alquimia
Saint Germain
La alquimia en España
Diego de Torres Villarroel
